martes, 22 de noviembre de 2011

Celda 211

Que Luis Tosar hizo la película española del año en 2009, y que fue sin duda esta, es algo que todo el mundo tiene claro. Junto con todo un equipo de maravillosos actores y actrices, un director como Daniel Monzón, y una escena muy bien utilizada dan la receta perfecta para gastarse el dinero correspondiente en la entrada del cine y en el menú completo de palomitas para disfrutar con creces de esta obra de arte. El merecido prestigio de una historia curiosa y bien currada, como que Juan (Alberto Ammann) entra a trabajar en una prisión, se queda encerrado en una celda gracias a un motín que se produce en la cárcel. Con este gran golpe nos vemos inclinados a la desesperación al saber que no será tan fácil salir. Al estar encerrado decide pasarse por preso y poner fin a ese motín encabezado por Malamadre (Luis Tosar).

La desgarradora película nos muestra la vida de una cárcel sin tapujos, y todo lo que puede suceder si tienes que hacerte pasar por alguien que no eres y mentir sobre tu pasado. La narración de Monzón nos produce la tensión suficiente como para no despegarnos de la silla en los ciento diez minutos que dura esta obra maestra. Es inteligente, elaborado y con un estilo personal ese guión perfectamente cuidado al milímetro que nos proporciona la necesidad de ver la película una y otra vez para conseguir captar todos los mensajes que se dan en ella. La idea central es que tras la fachada que tiene todo recluso en una prisión hay un ser humano que nadie ve porque a nadie le interesa verlo. Tosar muestra de forma espléndida el arte con el que unas palabras que forman parte de un texto pueden convertirse en literatura y magia en la gran pantalla.
Hacía mucho tiempo que un thriller no sacaba lo mejor de un actor, que fue el mejor de ese año. Junto con Marta Etura que interpreta a la mujer de Juan y que nos muestra un saber hacer y una presencia expresiva, digna y llameante de calidad se mire por donde se mire. Son la pareja del cine que más transmite, que más nos hace olvidar que son actores, que estamos viendo una película y que es ficción. Porque la ficción rompe los moldes y nos sumerge en una historia que nos toca de lleno y nos hace preguntarnos cosas y plantearnos como es la justicia con los presos.

Fotografía esencial en la que con los encuadres de la cámara podemos ver con claridad los sentimientos, los miedos, las pasiones y los anhelos de una bandada de actores y actrices que dan un vuelco que ciento ochenta grados a la película. Elección magistral del reparto y grandísima consecución de la grabación del filme.
Excelente.

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