Los puentes de Madison (The Bridges of Madison Country), 1995

Una historia de amor imposible que pudo ser es la que protagonizan Meryl Streep y Clint Eastwood. La vida monótona de un ama de casa (Streep) que deja todos sus sueños a medio cumplir para cuidar de sus hijos en una pequeña granja del condado de Madison. Pero, un fin de semana que se queda sola a causa de que su marido y sus hijos hacen un viaje, conocerá al fotógrafo del National Geographic que le descolocará de forma intensa y le enamorará descontroladamente (Eastwood).

Dirigida por el mismo, Clint, nos muestra el otro lado del mítico director, ese lado amoroso que todos pensábamos que tenía. Esta historia que une a dos personas diferentes, con formas distintas de ver y sentir la vida tiene como centro un reportaje sobre los puentes de Madison, que servirá de nexo entre ambos. Los puentes, la cocina, el sentimiento momentáneo de felicidad y de libertad que siente esta ama de casa nos hacen pensar en todo lo que dejamos atrás cuando tomamos una decisión, sea la que sea.

El valor de las cosas, de las personas, y de las decisiones que se quedan en el camino, así como las decisiones que tomamos nos dan la receta de este éxito de taquilla y de videoclub. La esencia de la película es cómo tomar una decisión, pensando en todas esas cosas buenas y malas que puede esconder esta y cómo dejarse llevar y enamorarse no tiene edad. La diferencia entre la realidad y lo momentáneamente fantástico puede ser parte de la historia que se presenta.

Con pocas ornamentaciones, un escenario campestre, dos personas, un relato de amor, y un final que hace saltar las lágrimas a borbotones describen esta magnífica obra del gran Clint Eastwood.

Eternamente recomendable para esos románticos a los que les gusta tener los sentimientos a flor de piel desde el minuto uno.