Iván (Oscar Casas) tiene once años y un sueño que guarda en el bolsillo: jugar en un campo de fútbol contra los mejores del mundo. Y lo conseguirá en un partido benéfico, en unas circunstancias extraordinarias y por sus medios. Además vivirá una historia de amor con su mejor amiga, forofa del fútbol, Paula (Carla Campra). Atrevida, risueña, con humor y picardía se muestra esta historia en la más tierna juventud de un chico al que le encanta jugar al fútbol.
Encontraremos una familia loca y dicharachera que nos hará sentirnos como en el salón de nuestra casa. El pequeño gran Oscar Casas se estrena en la gran pantalla con una actuación natural y divertida en la que podemos observar, no sin fijarnos, que tiene gestos heredados de su hermano Mario Casas. La simpatía de este joven actor unida al desparpajo de Carla Campra hace una buena sintonía para ser vista y pasar buenos momentos. Junto a ellos, Fernando Tejero y Ernesto Alterio representan el papel de dos comentaristas de fútbol peculiares en sus formas y extraños en su fondo. Además, con la colaboración de Antonio Resines que da una pincelada de veteranía al film, y le pone su toque inigualable, su estilo.
Un partido de fútbol por jugar, un sueño que cumplir y muchas ganas de pasárselo bien es lo que aporta esta película tan familiar con la que seguro que disfrutarán en sus butacas. Cojan fecha si no la tienen ya para ver algo que no podía haberse hecho con más cariño. El deporte, la amistad y la generosidad son valores que aprendemos viendo esta entrega de Roberto Santiago que ha dado luz a una idea muy brillante.
No hay que pensárselo, porque es otra forma de hacer cine español.
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