El director pop nos muestra a una Carmen Maura que da vida a Gloria que es una ama de casa adicta a las anfetaminas y al pegamento y que está harta de su marido, que está enamorado de otra. De vecina tiene a una prostituta, Cristal (Verónica Forqué) que dará un vuelco al film por marcar esa originalidad y naturalidad con la que Almodóvar trata a sus personajes y a sus obras maestras.
Pero hay que analizar bien a los personajes porque hay mucha miga. Gloria es una ama de casa que, con su adicción a las anfetaminas, tiene suficiente por el estado de abstinencia que le supone cuando no las toma, y está en su casa viviendo con su marido, sus dos hijos y su suegra, que no le ayudan en nada y que le hacen sentirse más miserable y desdichada a cada día. Antonio (Ángel de Andrés López) es el marido de Gloria que es taxista y gana poco dinero; pero extraña la época en que trabajó con su taxi en Alemania porque se enamoró de una mujer, y todavía no la ha olvidado. Cristal (Verónica Forqué) tiene el negocio bien montado en casa y presenta de forma natural esta profesión tan poco querida en los ochenta. Son los tres personajes que marcan el rumbo de la película y que sin duda hacen una muy buena representación en escena.
La fotografía es sensacional, como el propio director, que hace las delicias de la época y nos muestra la dureza de la vida humilde y de sentirse poco querida en casa. El guión original a la par que sorprendente por el juego que crea Pedro Almodóvar con sus personajes usando la ironía en sus creaciones para mostrarnos la verdad sin tapujos. Es una película para no perder detalle que muestra temas como la adicción, el machismo, los abusos y el amor dándoles luz desde otro foco, de forma diferente al que estamos acostumbrados, pero sin dejar títere con cabeza.
La recomiendo desde aquí, pero no es apta para gente sin sensibilidad.
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