La mirada de Woody Allen se centra esta vez en Roma, tal y
como lo hiciera en Manhattan, con esa oda a la ciudad que tanto odió al
terminar de rodarla y la que sin duda, le dio fama. Ahora en Roma, las
historias se mezclan en un escenario en el que los personajes se pierden por la
ciudad, encuentran viejos recuerdos, ven la ciudad con nostalgia, con el
interés del turista y también con la ilusión propia de los amantes que hacen
del pecado algo maravilloso en la ciudad de los imperios.
Son cuatro historias distintas pero en el mismo escenario. Un
matrimonio americano (Woody Allen y Judy Davis) que viaja a Roma para conocer
al prometido italiano de su hija; una segunda historia en la que un hombre (Roberto
Benigni) es confundido con una estrella de cine. Además, unos recién casados
(Alessandro Tiberi y Alessandra Mastronardi) van a visitar a unos familiares a
la capital italiana; y un famosos arquitecto (Alec Baldwin) visita Roma con
unos amigos.
Cuatro momentos de la vida que nos transmiten el ingenio y
saber hacer de Allen como director y guionista de la película. La maestría de
este excéntrico director de cine, maniático, hipocondríaco pero genial
visionario del cine, que cuenta historias sencillas, cotidianas, que podríamos
trasladar a cualquier momento de nuestra vida cotidiana, así como a personas
que conocemos y que pasan por situaciones parecidas.
Destaca el papel de Penélope Cruz, como prostituta, que
consigue que una confusión en un hotel haga dar un giro a la vida de uno de los
personajes del film. Seguro que esta actriz será una de las nuevas musas de
Allen, ya que parece que las apariciones, tanto en este estreno de cartelera
como en Vicky, Cristina, Barcelona donde
hizo el primer papel con este director.
La banda sonora esta escogida con maestría por lo bien que se
adapta a las historias, que aunque parezcan distintas todas tienen ese punto
irónico que se ve acompañado por las melodías elegidas. La línea central del
guión tiene una música específica que hace seguir el hilo del filme con ese
humor inteligente del neoyorkino.
Un estreno digno de ver, de recomendar y de un director,
guionista y actor, que vuelve a aparecer en la gran pantalla con un papel,
además de realizar la dirección y el guión. Para los incurables fans de este
cine sin artificios, sin tapujos y necesario para ver la vida con los ojos de
alguien que sobrevive gracias a su psicoanalista.